martes, 16 de septiembre de 2008

¡¿Por qué?!



Son 595 almas de mujeres inocentes, que desde el cementerio Las Flores
reclaman que se haga justicia contra aquellos que ensuciaron
sus manos con sangre.

El noticiero reporta tres muertes. La madre sale en la pantalla chica
Con lágrimas de histeria, gritando ¡¿Por qué?! Nadie sabe la razón
Del rencor que impulsa al asesino desconocido a matar, a destruir,
A seguir rebanando un cuerpo sin vida.

Las carcajadas emanan del culpable de las tres muertes, al ver
el rostro de la madre en luto. Limpia el cuchillo ensangrentado.
Vuelve a sus silla en donde a las cinco de la tarde lee. Lee Casos de Femicidios
Y recuerda a su mujer acompañada de aquel hombre en la cama. Cuya infidelidad lo hizo explotar en rabia, dispararle al desdichado y matar de un balazo a “su amor por siempre, hasta que la muerte los separe”.

La última expresión de su mujer fue de un ¿Por qué? La misma pregunta que él se hizo al encontrarla con alguien más en la recamara. Ahí comprendió que la muerte siempre se cuestiona. Que la única manera de sentir alivio sería matando mujeres, encerrando entre dos signos de interrogación un ¿Por qué? Riendo con lágrimas ajenas, cumpliendo con la adicción de cobrar vidas hasta encontrar la razón del ¿Por qué? Y aliviar su dolor interminable.


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