lunes, 25 de octubre de 2010

No Canto Paraíso


Con la manzana en las manos no te prometo el paraíso, sólo el aliento de un quizás y una mordida de nunca jamás.

¿Quién manda a que respires bajo agua, si tu en mis olas de piel decidiste sumergirte?

Entre todas las flores arrancaste mis labios rosas sabiendo que las espinas podían herirte.

Éstas rajaron tu boca hasta quemarla, para dejarte mudo y no poder volverme a hablar como antes.

Tus pupilas en las mías, condenaron mis caderas, mis ojos verdes y mi boca fuego.

Me pediste a mí, “ sirena, ya no me cantes.”

Con tres copas, rogaste ser ciego.

Habiendo sido mi canción desde un inicio tu perdición,

Te dio miedo que saliera una vez más la luna.

Culpaste a la serpiente de sus suspiros letales cuando quien provocó el veneno que despiden sus dientes mortales, fue nada menos quién mordió la manzana con ámbitos primaverales.

domingo, 6 de junio de 2010

Shhhh... te quiero








El último kilómetro que corro es el que más saboreo, el que más sufro y el que pone un par de pies a prueba. Llegar a la meta, después de 7 Km. era un hecho. Era un objetivo visible e incuestionable. Correr, eran 5 minutos de recuperación después de la carrera, un buen estiramiento y un vaso de agua.
En cambio tú me dejabas sin respiración, cansada y con miedo, sin necesidad de estar en movimiento. No es que el fin no fuera claro, que tu forma de actuar no fuera prevista, pero en este escenario era yo era Julieta, sin un guión, más que mi propia confusión. Una tragicomedia en falda con esperanzas de ser una cenicienta, a la que ahora no le entraba el zapato (talla 6). Es cierto, soy buena corriendo, más contigo mi talón de Aquiles se afloja y con eso la boca y mis labios que tiemblan cada vez que te beso.
Fácil es ponerle fin a un cuento convencional del cliché de la pareja perfecta. Nuestra historia es diferente: No hay malo en la historia, no hay rosas ni osos de peluche, ni siquiera una foto de nosotros dos. Es una multiplicación de meses basados en supuestos factores (tan complicada que ni yo la entiendo). Se que tu me quieres, que yo te quiero. Pudo haber sido así por mucho más tiempo. Pero factores, esta vez hechos, nos dividían en dos. Sin más excusas para hablar o callar para siempre. ¿Pero cómo decir algo que siempre se ha callado?
Yo te murmure te quiero, más la reacción fue una sonrisa tímida, un silencio tenso y un igual emitido por tus cuerdas vocales. No hay sorpresa detrás de tu respuesta, después de haber sido mi objeto de estudio, se que esperar del especimum silencius rareshko, Cuando tomo conductas sinceras y abiertas, sin palabras de doble sentido.
Sin duda alguna es la despedida más larga, más incierta y más dramática que he tenido. Anoche que llegaste a verme, entendí que tu voz no habla nunca, más el beso dulce, tierno que me plantaste en la boca, me dijo lo que mi corazón necesitaba oír, lo que busco siempre cuando me acurruco en tus brazos, me dijiste te quiero.

martes, 25 de mayo de 2010

catorce días para desvanecerte de mis ojos

Quedan aproximadamente catorce días para ver como te empiezas a desvanecer enfrente de mis ojos. Para plasmarte en mis recuerdos sepias, para volverte una anécdota más de mi vida.
He sido diagnosticada una vez más. Es oficial tengo corazón. Quería creer que yo funcionaba por medio de un órgano artificial que bombeaba la sangre, con una percusión similar a los latidos, insertada por científicos en mi torax. Más tarde realicé que no era Robotina Incapaz de amar, incapaz de querer una relación novio-novia. Ahora en este momento sufro de rosado crasherum, cuando estrellas contra el mundo rosado y te das cuenta que es un final no exactamente como el drama francés romántico que imaginaste. Entierras tu cuchara entre el tarro de nutella y te das cuenta de la capacidad que tenemos los seres humanos de previamente imaginar nuestras historias y ver lo que queremos ver. Es como ignorar el “Precaución este producto es dañino para la salud” en la cajetía de malboros rojos. ¡Nadie lo ve! Es sólo cumplir con el acuerdo de que los consumidores se den por enterados (por si no lo habían hecho antes) y no demanden a la compañía. Así funciona con las ilusiones y expectativas, miramos lo que nos gusta.
Los síntomas estos días en mí son claros: La comida me sabe igual, amarga. Trato de no comerme mis sentimientos y ganar libras de más. Las películas de miedo, romance, acción, comedia, todas me hacen llorar. Y finalmente me doy cuenta que algo me duele. Me duele que falten días, y posiblemente ni el segundo en que desaparezcas frente a mí, seremos capaces de ser vulnerables el uno con el otro, de decirnos un te quiero, ni salir a la esquina a tomar un café (sólo los dos) solo porque sí.
He venido haciendo un colchón mental meses atrás, siempre tratando de apartarte de mí. Siempre diciendo esta es la última vez que te miro, pero las palabras muchas veces son disfraces de mis intenciones, nunca quise dejar de verte, ahora que el tiempo y espacio nos dividirán, ya no te veré por un largo tiempo. Eso significa quedarme con dudas sobre ti y nuestro “drama francés”, al que no le pongo stop y sigo viendo como si fuera mi programa favorito de televisión.